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Mostrando entradas de junio, 2025

Cuál es el argumento moral para la existencia de Dios?

  El argumento moral se basa en el hecho de que todos los seres humanos tienen, de alguna manera, un sentido de lo que está bien y lo que está mal. En todas las culturas y civilizaciones, existe un reconocimiento de un código moral que señala algunas acciones como correctas y otras como incorrectas. Esta conciencia de lo moral nos lleva a hacer un llamado a una ley superior que todos los seres humanos parecen conocer y reconocer, y que no es susceptible de ser modificada arbitrariamente. El bien y el mal, en este sentido, no son simplemente productos de la voluntad humana, sino que presuponen la existencia de una ley que trasciende a la humanidad misma. La ley moral implica, por tanto, un legislador, y este legislador no puede ser humano, pues la ley moral es universal y objetiva, no sujeta a los caprichos o decisiones de los individuos. La Iglesia Católica enseña que esta ley moral tiene su origen en Dios, quien, como el Creador y Legislador supremo, ha inscrito esta ley en los co...

Los cristianos tienen autoridad para reprender al diablo?

 Algunos cristianos piensan que tienen autoridad personal para reprender directamente al diablo y que deben dedicarse constantemente a esta práctica. Sin embargo, la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia no sustentan esta idea como una práctica habitual del fiel cristiano. La Iglesia Católica enseña que, aunque el demonio es real y activo en el mundo, los fieles no deben entablar diálogo ni confrontación directa con él, sino más bien resistir sus tentaciones por medio de la fe, la oración, los sacramentos y la obediencia a Dios. A diferencia de Dios, Satanás no es omnipresente. Solo puede actuar en un lugar a la vez, y normalmente lo hace a través de su influencia espiritual y de otros demonios. La actividad ordinaria del demonio consiste en la tentación, mientras que la posesión y otras formas extraordinarias de acción diabólica son raras y deben ser discernidas con cuidado por la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2851) nos enseña que pedimos en el Padrenue...

Cuál es la definición de maldad?

  Desde una perspectiva cristiana, el mal puede entenderse en un doble sentido: mal moral y mal físico o natural . En términos generales, se asocia al pecado, al daño, al sufrimiento y a todo aquello que contradice la bondad y santidad de Dios. La Sagrada Escritura usa ambos sentidos: por un lado, presenta el mal como oposición a Dios (cf. Sal 51,6 ), y por otro, como calamidad o desastre ( cf. 1 Re 17,20 ), aunque ambos tienen en común la ruptura del orden querido por Dios. El mal moral es el que procede de la libertad mal empleada. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que el mal moral se da cuando el ser humano, dotado de razón y voluntad libre, elige deliberadamente el pecado, apartándose del bien (cf. CIC 1849–1850 ). Esta maldad incluye los pecados contra el prójimo —como el homicidio, el robo, el adulterio—, y también los pecados directamente contra Dios —como la incredulidad, la idolatría o la blasfemia. Desde el pecado original (cf. Gén 3 ), el hombre está herido...

Cuando el Espíritu toca

  Vivimos muchas veces como ciegos. Incluso con un cierto conocimiento teológico, seguimos tropezando, y en nuestra ceguera, a veces arrastramos también a otros por el mismo camino sin salida. Nos domina una especie de gula espiritual, donde buscamos llenar el alma de ideas, palabras, conceptos… pero sin digerirlos, sin convertirlos en vida. Y eso nos conduce a una pereza interior, una apatía del alma que nos hace perder el norte, aunque estemos rodeados de cosas “religiosas”. Es ahí, justo ahí, donde necesitamos al Espíritu Santo. O mejor dicho, necesitamos dejarnos guiar por Él, permitirle que nos alcance, que nos despierte, que nos devuelva lo que hemos perdido a causa de nuestra soberbia y autosuficiencia. Un encuentro con Él no se reduce a oraciones repetidas sin alma, ni a fórmulas aprendidas. Es algo más radical y más íntimo. Es abrirle la puerta del corazón para que entre hasta el fondo, y entonces Él empieza a mover, limpiar, sacudir, romper cadenas, sanar heridas, abrir v...

Cómo puedo aprender a distinguir lo bueno de lo malo?

  Cada ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Génesis 1,27; Santiago 3,9). Esta dignidad implica que el ser humano posee razón y libertad, así como una conciencia moral que le permite, en principio, distinguir el bien del mal (cf. CIC 1706). La conciencia es una voz interior que Dios ha inscrito en el corazón de cada persona y que lo llama a amar el bien y evitar el mal (cf. CIC 1776-1778). Esta ley natural, escrita por el Creador, es reconocida en todas las culturas, aunque no siempre de manera perfecta ni sin error. Por eso, aun cuando hay consenso moral en condenar el asesinato, el robo o el engaño, el pecado y la oscuridad del corazón humano pueden oscurecer la conciencia (cf. CIC 1865; 1960). La historia de Israel nos muestra cómo los pueblos paganos, al alejarse de Dios, incluso llegaron a practicar el infanticidio y otros actos contrarios a la ley divina (cf. Levítico 18,21; 2 Reyes 23,10). A causa del pecado original, heredamos una inclinación al mal —l...

Cuál es la diferencia entre un cristiano y un discípulo?

  Los términos discípulo y cristiano están estrechamente relacionados, pero no son sinónimos en su significado teológico. En el Nuevo Testamento, el término griego para "discípulo" es mathetes , que va más allá de un simple "estudiante" o "alumno". Un discípulo es un "seguidor" de Jesús, una persona que se entrega completamente a las enseñanzas y a la vida del Maestro, buscando que esas enseñanzas guíen toda su vida y su conducta. Aunque los fariseos se consideraban discípulos de Moisés (Juan 9:28), los seguidores de Jesús fueron llamados "discípulos" antes de ser llamados "cristianos" (Hechos 11:26). El discipulado de Jesús comienza con su llamado personal a seguirlo, como vemos en Mateo 9:9, cuando Él dice: “Sígueme”, y se requiere la voluntad libre del ser humano para responder a ese llamado. Jesús fue claro respecto al costo de seguirlo. El discipulado, según las enseñanzas de Cristo, implica una entrega total de la vida...

Callar y Hablar: Discernir la Palabra en Clave de Salvación

  En la vida cristiana, la palabra no es un instrumento cualquiera , sino una semilla de eternidad. La fe cristiana se anuncia, se proclama, pero también se guarda en el corazón. Saber cuándo callar y cuándo hablar sobre temas religiosos no es simple estrategia humana, sino fruto de la sabiduría que viene del Espíritu Santo. La Iglesia, madre y maestra, nos enseña a discernir estos momentos con equilibrio, humildad y caridad. Hablar: Cuando la verdad debe ser anunciada Jesús envió a sus discípulos con un mandato claro: “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura” (Mc 16,15). La misión evangelizadora es esencia de la Iglesia. Hablar de Dios, de la fe, de la salvación, no es una opción; es un deber de amor. Como dice el Catecismo: “Los fieles laicos... tienen como misión especial hacer que el mensaje de Cristo llegue a todos los hombres, en todos los lugares y en todas las circunstancias” (CIC 897-900). Sin embargo, no toda palabra religiosa edifica , ni todo mo...

El Silencio y la Discreción: Ecos del Espíritu en el Corazón de la Iglesia

  En un mundo saturado de voces, donde la opinión se alza muchas veces por encima de la verdad, el silencio y la discreción se vuelven no solo una virtud, sino una necesidad espiritual. No se trata de un silencio cómplice ni de una discreción que oculta el mal, sino de una actitud interior profundamente cristiana, enraizada en la sabiduría de Dios y en la humildad del corazón. Jesús mismo guardó silencio ante Herodes (cf. Lc 23,9), y en muchos momentos de su ministerio eligió el retiro y la oración antes de hablar o actuar. Su silencio no fue vacío, sino lleno de sentido. En Él, el silencio fue expresión de obediencia al Padre, de confianza absoluta, de escucha profunda del Misterio. Y esta actitud es clave para quien se adentra en el ámbito teológico y eclesial . El Silencio: Espacio para el Misterio En la teología católica, el misterio no se reduce a algo desconocido, sino a una realidad que nos sobrepasa y a la vez nos envuelve. Hablar de Dios exige reverencia, pues como dice ...